El Señor rector espiritual del mundo católico como ve al Papa Francisco, un teólogo y predicador campesino, y dentro de sus disertaciones en la Jornada Mundial de la Juventud, de Panamá lanzó esta pequeña oración que ha llegado al fondo de muchos corazones de laicos y comunidades cristianas que seguimos los caminos de conversión y transformación que nos prodiga la Palabra de Dios. Hemos recibido manifestaciones de acompañamiento de varias corrientes cristianas que admiran la actitud de padre Bergolio.

Personalmente sentí dolor, pero al mismo tiempo me originó esta reflexión que con humildad les ofrezco, por cuanto su confesión refleja la dimensión humana, la profundidad de conciencia y la grandeza espiritual y sabiduría, como ejes rectores de nuestra iglesia Católica y misionera. Su declaración produjo un silencio solemne multitudinario de parte de los jóvenes, identificados como la esperanza moderna de la espiritualidad; del buen vivir; promotores de la paz; defensores  de los valores y principios como baluartes insustituibles de la convivencia, el fortalecimiento de las familias y el respeto a las normas constitucionales de sus respectivos países de origen.

Refleja la expresión papal un claro estado de conciencia y un arrepentimiento sagrado por la conducta de muchos prelados de altísima categoría quienes distorsionaron y traicionaron los más caros principios teológicos de la moral cristiana y de la obediencia de los mandamientos de nuestro señor Jesucristo y de la iglesia en general.

De verdad nuestra iglesia está herida y quienes la conformamos también. En este sentido, considero prudente conformar sin miedo, la más grandiosa comunidad humana de fieles creyentes, para defender nuestra iglesia peregrina bajo la rectoría del Papa Francisco y su grupo de consagrados, No puede ser eso sí, una defensa superficial, sino, asistida por la obediencia y testimonio, conocimiento y discernimiento y multiplicación perseverante del mensaje redentor, santificador e incorruptible de Jesús.

Debe ser una defensa de Fe, de un convencimiento pleno y sin pretensiones y sin presumir de sabios, sino, de servidores de una causa; imitadores de un estilo y ejemplo de vida, como la CRISTO, La defensa de Fe, debe estar acompañada de oración, sacrificio, respeto y perseverancia.

El enunciado del  Papa Francisco nos sirve de referente, de piedra angular y punto de apoyo, para convocar a un importante número de creyentes a volver a casa. Debemos asimilar que la herida de la iglesia es de carácter moral y que cuando así duele, solo los valientes ¡ponen la cara! como ejemplarmente lo hizo el señor obispo de Roma y a quien debemos acompañar con oraciones. Con retiros espirituales, porque si Cristo Vive, nuestra iglesia católica también Vive. De  antemano, gracias por multiplicar este contenido. Bendiciones infinitas para todos.

TOMADO DEL CORREO