En 2018, particularmente una empresa colombiana sobresalió, ganando la puja a otras empresas de sectores económicos tradicionales, siendo su fundador galardonado como empresario del año. Esta empresa es Rappi. La importancia de este fenómeno no es menor, de hecho, envía un mensaje al aparato productivo y la economía en general, de que las cosas están cambiado a pasos realmente acelerados. Actualmente, Rappi tiene presencia internacional y una valoración por más USD 1.000 millones, convirtiéndose en el primer unicornio del país, expresión que va dirigida a emprendimientos únicos, casi que solo existen en la imaginación colectiva. Estos unicornios están caracterizados por la disrupción tecnológica, sus altos ritmos de crecimiento y valoración, enfoque en el cliente final y el aprovechamiento de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones como corazón de su negocio.
Rappí, con menos de 5 años de existencia en el mercado, pone la atención sobre la nueva economía que está surgiendo con fuerza en el mundo, aquella que tiene que ver con las TIC, el internet de las cosas, la robotización y la digitalización, aspectos que están enmarcados en los que muchos analistas denominan como la cuarta revolución industrial. Sin duda, los consumidores y los empresarios están frente a lo que el Premio Nobel de Economía de 1971, Simon Kuznets entendió como “innovaciones trascendentales”, que son esos cambios dentro del sistema que han generado saltos cuantitativos y cualitativos, en términos de desarrollo, para las diversas civilizaciones a través de la historia. Lo que se está presenciando apenas en Colombia, es una revolución que en el mundo comenzó a finales del siglo XX, con aceleración en el siglo XXI, y está marcando actualmente la pauta de cambio y crecimiento. Esta última palabra es quizás la más importante. El crecimiento es tan necesario a nivel microeconómico para expandir mercados, como a nivel macroeconómico para la generación de empleo y distribución de la riqueza.
En este sentido, todos los componentes inmersos en esta cuarta revolución industrial deben apuntar a nuevos horizontes de crecimiento y ser entendidos como factores de innovación para transformar el aparato productivo, crear nuevas industrias, generar soluciones tecnológicas, pensando en la eficiencia y la productividad, y sacar provecho de las nuevas tendencias de consumo. Por esta razón, Colombia no puede dar la espalda a este momento histórico. La oportunidad de aprovechamiento y ampliación de las nuevas tecnologías en el país es aún muy grande. Según datos del documento Bases de PND 2018-2022, con fuente del Observatorio de Economía Digital, la penetración de tecnologías avanzadas en el tejido empresarial se encuentra por debajo del 10% y, citando a Cavallo & Powell (2018) en el Informe macroeconómico de América Latina y el Caribe 2018: La hora del crecimiento, se muestra a Colombia por debajo del promedio latinoamericano en términos de índice de adopción digital, patentes por millones de habitantes y gasto en investigación y desarrollo (I+D) como porcentaje del PIB.
La nueva economía está transformando las organizaciones, con nuevos modelos de negocios, y la cultura, con nuevos patrones de consumo basados en el uso de TIC. Colombia tiene dos caminos: adoptar la tecnología y el conocimiento como base del crecimiento empresarial o esperar rezagado a que el resto de los países aprovechen y lideren los cambios del siglo XXI.
TOMADO DE :
Alejandro Barrera Escobar – Docente / Universidad de Manizales
Economista y Magíster en Economía y Finanzas
Celular: 310 453 0490
Twitter: @Alejobarrera89