Son tantas las contradicciones públicas, choques de trenes, enfrentamientos sistemáticos entre los poderes de éste y otros gobiernos, los improperios en redes sociales entre los llamados dirigentes. Discusiones de orden jurídico, tal y como se le ha ocurrido controvertido y maleable fiscal general de la Nación con respecto de la JEP (Justicia Especial para la Paz)

El atrabiliario Código de Policía que es más una caja menor de injustos e inhumanos comparendos, para llenar los bolsillos de los corruptos de turno que asfixian los 4 puntos cardinales de nuestro país y asalta a los vendedores ambulantes, que es prudente dejar por escrito, a la manera de testimonio, lo expresado como constancia por un legislador de Kansas, Estados Unidos en una sesión de los poderes ejecutivo  y legislativo. Tiene el documento una característica especial, pues es en el fondo una advocación y exhortación a todos sus colegas del aparato político de esa región. Les dijo:

“Señor, venimos delante de Ti, este día de sesión para pedirte perdón y para pedir tu dirección y tu luz. Nos has dicho con templanza que hay maldición para aquellos que llaman bien al mal y eso es lo exactamente hemos hecho. Hemos perdido el equilibrio espiritual y hemos cambiado nuestros valores, incluida la dignidad.

Hemos explotado al pobre y a eso lo hemos llamado: suerte. Hemos recompensado la pereza y eso lo hemos llamado: ayuda social. Hemos matado a nuestros hijos que aún no han nacido y lo hemos llamado: libre elección. Hemos abatido a nuestro condenador o contendor y eso lo hemos llamado: justicia. Hemos sido negligentes al disciplinar a nuestros hijos y lo hemos llamado: desarrollar su autoestima. Hemos abusado del poder y hemos llamado a eso: inteligencia política. Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino e inclinado hacia la corrupción y a eso lo hemos llamado: sana ambición. Hemos contaminado las ondas de radio, prensa y televisión con mucha grosería, pornografía y mentiras, especulaciones y lo hemos llamado: libertad de expresión. Hemos ridiculizado los valores heredados de nuestros antepasados que siempre nos han inculcado dignidad, honradez y cumplimiento y lo hemos llamado como obsoletos y pasados de moda. Y en tono de súplica, Oh Señor mira en lo más profundo de nuestros corazones, purifícanos y líbranos de nuestros pecados y falsas inclinaciones y ambiciones desordenadas”.

El contexto del singular discurso fue objeto de refutaciones de los contradictores partidistas, pero al cabo de 10 horas, recibió un total de  tres mil 725 voces de acompañamiento y apoyo. Sus palabras permiten visualizar la realidad política, social y empresarial pública y privada en Colombia. Aspiramos que los dirigentes de nuestra Nación, con esta exhortación, cambien la manera de actuar desde sus posiciones y les sirva como un llamado de atención espiritual, que nos llene de esperanza, ahora que recorremos los quebrantados caminos de la Paz.