GONZALO QUIÑONES <dongonzaqui@yahoo.es>

Conocidas las catastróficas consecuencias que nos ha traído la epidemia del coronavirus o COVID 19 a escala mundial; el impacto social, político y económico; la manera como se ha diseminado su poder de contagio; su incidencia mortal; la forma como ha desestabilizado y agotado los recursos médicos; el hacinamiento riesgoso en los hospitales y centros de salud; el impacto que ha causado en el sector educativo, en las instituciones públicas y privadas, y las religiosas. El COVID 19 ha estremecido toda la estructura física y humana del mundo entero. Lo dicho hasta aquí es una realidad dolorosa que debemos asumir con la mayor prudencia, recato y con un alto grado de obediencia a las disposiciones de los Estados afectados y de los organismos especializados en el tema. Incluidos los toques de queda…

Frente a la angustia, el dolor, la muerte, la tragedia, de las personas, no podemos asumir una actitud pasiva o de resignación. Es saludable activar nuestra calidad humana. Nuestra formación o don espiritual. La misericordia y la bondad.

Y como para grandes males, grandes remedios, que debe ser la línea de  conducta a seguir como personas con capacidad de sentir razonar, pensar y actuar, vino a mi memoria el dicho popular que reza: no hay mal que por bien no venga. Así es.

En actitud orante y a manera de análisis, invito a cada persona a asimilar y compartir este contenido que recorre las  redes sociales: el coronavirus nos deja a los dioses del mundo totalmente derrocados, el dinero, el fútbol convertido en tragedia, las diversiones desbordadas, la corrupción desmedida, el aborto, la ideología de género, la burla y ataque sintomático a las vocaciones religiosas y cristianas. El relativismo ideológico y silencioso que no acepta la diferencia entre el bien o el mal. Ha derrotado el virus la indiferencia social y gubernamental. La epidemia del momento nos impulsa a asumir la formación espiritual. A refugiarnos en el hogar; a concebir con fuerza y decisión que el mejor refugio es el hogar de cada uno. Que la mejor compañía es la familia. Que la realidad que nos afecta y acompaña y nos pertenece, es el día de hoy. Nos llama de nuevo a respetar la naturaleza y profundizar en la cultura del medio ambiente.

Esos dioses del mundo, esa dependencia de la brujería, el satanismo, la adivinación han pasado ya. Ojalá así sea. Y no es sentimentalismo, es la realidad. No somos dioses, no somos reyes, no tenemos el poder y el control de todo. Somos limitados, hay que reconocerlo y aceptarlo con humildad No somos todo. Simplemente hacemos parte de aquel todo y es una parte frágil, quebrantable y muy vulnerable. Parte de un todo que hoy nos dice: deténgase, respira, respeta, vuelve a lo básico, a lo elemental, a lo sencillo y muy especialmente a lo esencial, a lo que te permite trascender. Y en clave espiritual, de fe, y llamado cordial  ¡VUELVE TU MIRADA A QUIENTODO LO PUEDE. ES NUESTRO DIOS OMNIPOTENTE Y OMNIPRESENTE!  EL NUNCA FALLA. Gracias por su atención.