Por Gonzalo Quiñones V.

Con signos de admiración lanzo este llamado teniendo en cuenta la descomposición social por la que cruzamos desde el inicio mismo del presente mandato del presidente Duque; el cinismo como los señores congresistas adelantan las sesiones legislativas, es decir, sin ningún criterio democrático, siendo más bien áulicos únicamente del CD y de las rabietas de su mentor, señor Uribe; de la forma insolente e inhumana como desde el ministerio de hacienda (produce Carrasquilla en cada trabajador alto, mediano y bajo) se cocina las reformas laboral, pensional, y aún tributaria, obedeciendo como borrego las órdenes del banco interamericano de desarrollo, BID, que maneja el enano magnate Luis Alberto Moreno de quien se afirma aspira a la presidencia,. Por la forma como actúan la Policía y el Ejercito, “baluartes de la vida y seguridad de la gente” pero que en sus médulas institucionales se han infiltrado muchas fuerzas oscuras y delincuentes de grueso calibre. Por el silencio cómplice que identifica al  ministerio de Justicia, su indiferencia y apatía, para mitigar, siquiera en parte, el hacinamiento inhumano e indignante de miles de compatriotas en las cárceles del país y en los calabozos urbanos.

Por el represamiento de millones de procesos de todos los colores en los juzgados. Por la descomposición moral y profesional de muchos abogados, tanto civiles, como administrativos y penales y con ellos los integrantes de las ALTAS CORTES, quienes ya no son garantía, ni testimonios de probidad jurídica porque aún persisten en nuestro país, delincuentes y delitos de primera, segunda y tercera categoría. Por la mediocridad cómo se maneja, aquel grupo  de servidores vestidos de azul y pepitas negras, conocido como el INPEC, donde es urgente su desaparición y pensar en otro organismo de seguridad más proactivo, más y mejor preparado en un tema de tanta responsabilidad como el carcelario. Por la forma como atacamos y herimos la madre naturaleza, envenenamos las fuentes de agua.

Por el viacrucis al que nos someten en nuestra calidad de pacientes, el  SISTEMA FINANCIERO DE LA SALUD, que antes identificábamos como MINISTERIO DE SALUD. Por la desidia histórica y viciosa  forma oficial, para la construcción de las vías terciarias, que reclaman los campesinos y muchas comunidades indígenas y municipios olvidados por el Estado. Por a pesar de los adelantos en las distintas disciplinas del saber y la tecnología, ningún gobierno ha podido disminuir las desigualdades, que afecta en primer orden a la clase media y productiva de nuestra Nación. O no…Ah, es bueno resaltar las Billonadas en ganancias que emite el sector bancario, explotador por antonomasia y con la venia de cada gobierno de turno. Es el intocable.

Lo anteriormente escrito es la “parte gruesa” del mapa social que nos identifica. Pasemos a la “parte delgada” pero no menos importante para el pueblo-pueblo: los inmigrantes, especialmente venezolanos, sin olvidar los inmigrantes nuestros del campo y las ciudades que deambulan sin rumbo y que son seres humanos como todos. De cuando acá a la manera de patente de corso, se ha impetrado en la sociedad, el gobierno  y en los establecimientos educativos la ideología de género, que pisotea la dignidad de cada persona y a cada familia y que da rienda suelta al relativismo que no diferencia el bien del mal; que acepta y pregona que es lo mismo un hombre con vagina, o una mujer con pene, y en su total libertinaje ideológico, también pregona la legalidad de los matrimonios entre seres del mismo sexo, entre muchas aberraciones que van en contravía de la misma naturaleza humana.

Y finalmente de dónde proceden los encapuchados, los pirómanos, y atracadores infiltrados en las universidades, que aparecen como demonios sin control en el desarrollo de las marchas y protestas dizque pacíficas, destruyendo todo a su paso.

Y porque estos encapuchados actúan con exagerada similitud en los disturbios políticos de los países del continente suramericano, como Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Chile y Perú. Como todos estos acontecimientos son protagonizados por los ciudadanos no solo del común, sino por los conformantes de organizaciones narcotraficantes. Por aquellos con formación suedo-revolucionaria, de izquierda, del centro o de la derecha. Y hay que sumar a los estudiantes universitarios que son  la esperanza intelectual y científica si se quiere del país nacional. Todos ellos, como nosotros, desde todos los ambientes tenemos la obligación presente y del mañana de ser NUEVOS Y BUENOS CIUDADANOS. Personas con virtudes, valores, principios y aspiraciones altas de honestidad, rectitud, sacrificio, perseverancia, deseos diarios de servir, de contribuir a las causas nobles y filantrópicas. Amigos y exponentes del civismo. Con sentimientos de pertenencia por su persona, su familia, las comunidades. Con capacidad de respetar y asimilar la diferencia, cosida a ser creativos, espirituales y productivos. ¡PERSONAS ÚTILES Y EDUCADAS! Los necesitamos hoy, mañana y siempre para hacer de Colombia, la Nación hogar de todos.