Por Gonzalo Quiñones V.

Conocidos los dolorosos casos del sonado ¡dololed!  Que por fortuna el INVIMA, Institución que regula, aprueba o niega la  asepsia, es decir, la pureza y rectitud de todos los medicamentos que recetan o formulan los médicos a los desvencijados pacientes (clientes) que somos la mayoría de colombianos, ordenó la prohibición de su producción a  escala nacional, en atención al  llamado que en tal sentido  han promulgado los organismos de control encabezados por la Procuraduría.

Pero es una prohibición apenas superficial, que poca garantía irradia para los sufridos pacientes, teniendo en cuenta que ninguna otra norma restrictiva se promulga para frenar  los apetitos insaciables de dinero y utilidades que identifican a los numerosos laboratorios especializados y de garaje que pululan en los barrios altos y bajos de la gran mayoría de ciudades del país.

Esos laboratorios especializados y serios, constituyen un MUNDO INTOCABLE por parte del Estado. Son los príncipes de la salud. Cada persona se tiene que someter como borrego, a todo cuanto se escribe en los empaques, eso sí, con letra menuditica para que quede al alcance de unos pocos. Ah, y todos los médicos resultan favorecidos por intermedio de los “visitadores” quienes en la práctica son vendedores de medicamentos de los distintos procesadores o laboratorios que hoy, no sabemos cuántos son. No conocemos su origen o procedencia. Nunca emiten o dan a conocer su misión y visión empresariales.

Con el debido respeto, las autoridades de control, los especialistas en la materia que integran otro mundo escondido, nos referimos a los ingenieros químicos y farmaceutas en general, los administradores de las innumerables droguerías, requieren con urgencia un control efectivo y un seguimiento de sus actividades.

Deben ser conscientes, los encopetados laboratoristas que a partir del nombrado “doloded” y muchos otros productos, han perdido la confianza de los consumidores y compradores naturales. Y perder la confianza en todo tipo mercado, es signo de pérdidas irreparables. Al mismo tiempo los exhortamos a divulgar con prontitud un comunicado conjunto donde se contemple algún tipo de restitución para las personas afectadas y una excusa o perdón comunitario, por las impredecibles consecuencias que se desprenden de tan delicado segmento de la  salud para  cada ciudadano. Y para cada habitante del sector rural o barrios marginados.

El ministerio de salud es la institución oficial que también debe ponerse los pantalones y demostrarle al país nacional, toda su autonomía e idoneidad, para poner en cintura a los laboratorios cuestionados, así estén asistidos por su poder económico y su tendencia a abusar con sus exclusividades químicas. Y que los laboratorios dejen de ser las organizaciones intocables e impolutas de Colombia.