LA PLACA DE MACIAS A URIBE TIENE UN NOMBRE: ABYECCIÓN

Por Gonzalo Quiñones V.

Para todo en la vida se tiene que certificar el mérito necesario, para merecer una exaltación o un reconocimiento. Es todo un camino de dignidad y decoro tanto desde el punto de vista personal, como profesional y mucho más, si la exaltación es de carácter público.

Por aquello de la política, los convenios anodinos y superficiales entre los hombres y mujeres de los sectores políticos, que demuestra simplemente aspiraciones e intereses individuales. Los acomodamientos como principio rector de los politiqueros de turno, que son una montonera empotrada en los destinos institucionales de nuestra Nación, nombraron al señor Ernesto Macías presidente del Congreso de la república Y ahí fue Troya.

No pasó mucho tiempo, para demostrar sus precarios conocimientos jurisprudenciales, administrativos y si, sus profundas aptitudes para dilatar los asuntos trascendentales, dar paso al maniqueísmo para favorecer a toda costa los planes impositivos de la colectividad Centro democrático, que se distingue más por la demagogia que por la democracia que pregona. Desde luego que ha recibido sonrisas y muchas flores verbales por su flácida personalidad y su estilo de vivir plegado sus jefes. Fue un actor prominente de la doble moral.

Tanto es así, que al dar rienda suelta a su creatividad de lagartearía, ordenó la colocación de una placa en lugar destacado de la edificación congresional, avalada por la “mesa directiva” tan voluble y acomodada como la cabeza pensante del señor Macías, para destacar los méritos morales de don Álvaro Uribe Vélez, cuya astucia e inteligencia; matonería verbal, imposición de criterios y con una gran capacidad para aparentar comportamientos ciudadanos, decisiones benéficas para el pueblo, mediante mecanismos planificados de tal manera que él es el impoluto y sus áulicos los protagonistas de la corrupción.

Muchos de sus exfuncionarios están hoy en la cárcel, mientras Uribe sostiene que son simplemente perseguidos políticos, que no se han robado un peso y son compatriotas de bien. Que también la Justicia, los persigue…

Así señor senador identifica su “estado de conciencia” que aspiramos que en cualquier momento se destapen todas sus tropelías, desde Antioquia, hasta cada región donde están sus seguidores cohonestadores con el sello del CD, centro democrático. Cuando esto ocurra, habrá dolor de Patria, y dolor, mucho dolor social.

En la hermenéutica política se pregona la fidelidad, la perseverancia, ideales sociales, trabajo comunitario. Lealtad al partido de sus afectos; derrotar la compra de votos, rechazar las influencias torcidas de los animadores y candidatos. No engañar al elector primario y hasta votar bien temprano el día del debate electoral.

Si así se procede buscando el bienestar colectivo e invocando la ética del partido político al que se pertenece, todos a una aplaudimos semejante conducta.

Pero cuando se distorsiona el sentido y el horizonte de cualquier reconocimiento, se recae en la abyección. Actitud lisonjera, apego y aprecio barato. Mentira e incumplimiento de las disposiciones vigentes sobre el particular. Ser fiel seguidor o admirador de algo o de alguien demanda hidalguía, nobleza y rectitud personal y publica. El abyecto no conoce de principios. Se acomoda y es de doble moral. Don Ernesto Macías es un paradigma de abyección, tan íntimamente ligada a toda clase de politiqueros que abundan y nos afectan a todos.