Alejandro Barrera Escoba
La coyuntura económica que está viviendo el país y la forma en que los responsables de la política económica están asumiendo esta situación deja sinsabores a las personas que nos gusta y entendemos que el desempeño de los principales indicadores y las decisiones económicas a nivel nacional repercuten en las regiones, en forma de cascada a través del consumo y la inversión. Dos temas en este aspecto son el crecimiento económico y la política fiscal.
Primero, el país si entró en una fase de recuperación económica, una vez finalizado el ciclo alcista del periodo 2004-2014 impulsado por precios internacionales de los commodities, pero el dinamismo ha sido más lento frente a las proyecciones (y deseos), fenómeno entendido como crecimiento por debajo del potencial que impide la presión a la baja en el desempleo, situación que ha llevado a discusiones en eventos públicos, en tonos fuertes, entre las dos cabezas de la política económica tradicional: la política monetaria y la política fiscal. El primero institucionalizado en el Banco de la República-Banrep y el segundo en el Ministerio de Hacienda y Crédito Público-MHCP. Estos dos, con miradas diferentes de la velocidad de crecimiento del país, (el MHCP más optimista y el Banrep más conservador), se suman a la lectura de analistas nacionales que pronostican un 2019 con crecimientos por debajo de las proyecciones del Gobierno Nacional, lo que ratificaría que el país no está creciendo a su mejor ritmo y compararse con países de la región, representa un consuelo temporal. Esta discusión es el típico ejemplo de problema de libro de texto universitario de política económica, donde la falta de coordinación entre los responsables de cada frente (fiscal y monetaria), genera fallos y envía señales confusas a los agentes económicos en la sociedad.
Segundo, la actualidad y futuro de la política fiscal, que tiene un triple propósito: política de estabilización de la económica (a través de los impuestos y el gasto público como instrumentos de demanda agregada); política de desarrollo social (por medio del gasto de inversión que se nutre de los impuestos); y equilibrio de las finanzas del Estado (ingresos, gastos y deuda pública). Igualmente, como el primer tema, las opiniones están encontradas. Por un lado, el MHCP comprometido y convencido con el cumplimiento de las metas de recaudo tributario y ajuste del gasto, expuestos la semana pasada en el Marco Fiscal de Mediano Plazo-MFMP, a través de estrategias como la enajenación de activos del Estado, la modernización de la DIAN y la implementación de la factura electrónica. Y, por otro lado, los principales centros de estudio y pensamiento del país (ANIF y Fedesarrollo) y calificadoras de riesgo internacional (FitchRatings) que alertan sobre mayores presiones fiscales y auguran una próxima reforma tributaria (para sumar a la vergonzosa cifra de 16 reformas tributarias desde 1990) que seguirán debilitando la sostenibilidad y solidez de la economía colombiana.
Llegará el próximo año y veremos quién o quienes tenían la razón.
TOMADO DE :
Alejandro Barrera Escobar – Docente / Universidad de Manizales
Economista y Magíster en Economía y Finanzas
Celular: 310 453 0490
Twitter: @Alejobarrera89
*Las opiniones expresadas en esta columna reflejan la opinión personal de Alejandro Barrera Escobar y no comprometen a la Universidad de Manizales