Guardamos profundo respeto por aquellas familias y personas que profesan “un amor entrañable por sus mascotas”. En ese amor, anida una manifestación de calidad humana. Y un espíritu de conservación, adopción y afecto por el mundo animal.

Pero esta apreciación y modesta visión, no nos puede tapar los ojos frente a una realidad incontrastable: hemos recaído en la idolatría, endiosamiento y apego, que ha superado todas las proporciones de la misma naturaleza y de la capacidad de razonamiento y análisis humano.

Nos referimos a considerar las mascotas como un hijo más de la familia, como un miembro insustituible de la convivencia. En porcentajes tan elevados que recaen en lo hiperbólico, es decir, exagerado y por lo tanto extravagante y con toda consideración, inconcebible. ¡Humanizar los animales, es una aberración conceptual y hasta comportamental! Es perder el equilibrio emocional y es golpear y esclavizar los sentimientos de los niños y los mayores por un ser, netamente INSTINTIVO, como LAS MASCOTAS.

Es de otra parte, multiplicar el RELATIVISMO, tendencia, o corriente  que es la fuente de la medianía intelectual, porque recaemos en la imitación de actitudes sociales que a nada destacable conduce, sino, a la desnaturalización de la persona como tal. No podemos recaer en el sofisma de  que están en el mismo nivel un niño que un animal. En este mismo orden es prueba fehaciente de comportamiento diario, preocuparse más por una mascota, que por un integrante de la familia. Hemos sido testigo. Darle a un animal todas las prerrogativas, atenciones y mimos en niveles superiores que para un integrante familiar.

Es mucho más urgente y prioritario humanizar a cada integrante de familia; humanizar la vecindad, humanizar a los líderes comunitarios, directivos de las empresas, humanizar los bienes y servicios, humanizar las corrientes políticas, la justicia, a las autoridades militares y civiles.

El  mundo de hoy demanda la humanización de cada sociedad. Y términos sencillos colocar cada cosa en su respectivo lugar y recordando algo de nuestros ancestros “cada loro, en su estaca”. Cada mascota que nos acompañe en su nido correspondiente.

TOMADO DEL CORREO