POR GONZALO QUIÑONES

El periodismo de investigación, el periodismo independiente del que han dado fe Noticias Uno TV, la Pulla, los rotativos El Tiempo, el Espectador, el Heraldo, La Patria, el Colombiano; algunas redes sociales como Kien y Ke y con mayor énfasis la Revista Semana, están infiltrados sin ninguna duda por una oscura “confabulación criminal” que los ha tenido en vilo y lo tienen hoy con la más sentida y espantosa persecución con seguimientos, cámaras escondidas, panfletos, sufragios y llamadas de terror y de muerte, que demandan un profunda atención por parte de los organismos de seguridad e inteligencia del Estado.

A nivel internacional debemos citar el periódico News York Times, que divulgó una secuencia de irregularidades en el estado mayor del Ejército.

Estos colegas de oficio, íconos de la comunicación social, varones de  la verdad, del periodismo raizal, ciudadanos colombianos orgullo de nuestra profesión y por ende medios éticos, con libertad de conciencia y vergüenza humana, tratan de destapar, de contar con claridad y hasta enfrentar a tantos funcionarios del gobierno e instituciones oficiales y privadas, que conforman el   MOSAICO DE LADRONES DE CUELLO BLANCO. Y hoy de corbata, con insignias militares y varias investiduras nominales, y Togas,  para hacerlos ver como los impolutos e INTOCABLES del  país. Y hasta como las reservas morales de la sociedad y la política, según las opiniones netamente emocionales del presidente Iván Duque Márquez y sus áulicos senadores y ministros de turno.

Pero gracias a Dios y a los periodistas con formación integral, los han puesto en evidencia pública, en la picota que merecen para que cada persona conozca la verdad y no se burlen más de los ciudadanos buenos, mayoría amplia en mi País, sin necesidad de  los censos poblacionales y las mentirosas estadísticas que salen del gobierno actual. El periodismo de investigación hay que fortalecerlo y proporcionarle las garantías que demandan su patriótica actividad y ejercicio.

Y consignamos que es una confabulación criminal que se ha enquistado en todos los estamentos por cuanto se ha “destapado” la hipocresía  de la justicia (magistrados)  y la (cúpula del ejército y  de la policía) con disidentes de la guerrilla, que cuentan con informantes delincuentes, con los que toman tinto, en unión con los encopetados militares, jueces, senadores y expertos en interceptaciones, cámaras escondidas y sicarios de todas las categorías.

Se confabulan para matar, la estela de crímenes es insoportable, las decapitaciones muestras diabólicas, la ola sicarial contra los líderes sociales o voceros de la paz, ensanchar la extorsión y fortalecer la corrupción en sus más disímiles expresiones y estilos, que por desgracia nos identifica aquí y a escala mundial ya que hemos conquistado el  primer lugar en la  escabrosa y perturbadora área de la corrupción. Muchos la conciben como una maldición, y no es para menos.

Con este estado de cosas, debemos apoyar las manifestaciones pacíficas, las voces de protesta y la participación colectiva de quienes se pueden identificar como “los buenos ciudadanos” porque nuestra Nación está en el límite para caer en el  vacío insondable de desgracia e inestabilidad y caos social. Para allá vamos. Tenemos que reaccionar con firmeza, con un sentimiento de solidaridad por cada persona y por cada familia y por cada dirigente político, social o económico, por cada ejecutivo y dirigente comunal e indígena que integra el Ejercito de colombianos comprometidos con el bienestar, la ética y sobre todo con una formación integral que facilite disminuir en gran parte, tanta desigualdad social y descuido gubernamental que nos aqueja ya desde hace muchas décadas.