¿EL ABORTO ES UN DERECHO?

Por Gonzalo Quiñones V.

Luce inquietante el interrogante. Y no es para menos. Está en juego la concepción natural de un ser humano, como atributo exclusivo de un hombre y una mujer. Como consecuencia del amor y la intimidad también exclusiva, de dos seres humanos. No producto de un hecho fortuito, sino de un don y atributo que identifica a cada persona humana para traer al mundo un SER inocente, indefenso y hasta impotente, para defenderse de la “ignominia médica” que nos acompaña. De facultativos sin alma. De comerciantes de órganos, incrustados en la sociedad de hoy.

Y dentro de esta descomposición conceptual sobre la dignidad de cada persona y el derecho inalienable que le asiste de existir, surgen los leguleyos, los exponentes de ideologías impositivas, relativistas que todo lo admiten sin escrúpulos y sin consideración constructiva alguna, de personas que con su capacidad oral, infunden miedo, atemorizan a las mujeres embarazadas y lanzan hasta creencias y teorías demoniacas, aprovechándose de la ignorancia de las familias y mujeres en ¡estado interesante!, como se identificaban a las señoras, en nuestras épocas de adolescencia.

Aquellos leguleyos de esta nota, quieren engañarnos, admitiendo que el ABORTO es un derecho y que debe ser sujeto de reglamentación jurídica para su fiel cumplimiento y feliz culminación. Aquí comienza la desgracia social. Pretender semejante despropósito, es un indicativo fehaciente de la desmoralización y el caos integral al que hemos llegado, en la comunidad actual. Es desconocer la Constitución que nos rige y los tratados internacionales  sobre la Defensa de la Vida.

El relativismo jurídico, ha infectado el aparato de justicia de nuestra Nación y aun sector muy representativo de la ginecología.- Lo ha politizado. Ya son los gamonales de turno quienes lo dirigen y no los HONORABLES MAGISTRADOS Y JUECES Y MÉDICOS DEL AYER HSTÓRICO. Hay dolor de patria. Los bebés no nacidos están en riesgo de muerte. Acogemos en esta humilde inquietud, la siguiente nota de una especialista y más aún pediatra con formación médica y  cuya profesión la practica bajo principios morales y espirituales y con recta intención de conciencia: “Es por lo menos insólito imponer una nueva filosofía que cree que la destrucción de la vida humana (el aborto provocado es un asesinato) es una solución legítima a un problema social, cuyo fundamento es sobre todo cultural,  social, económico y con una profunda incidencia en la psicología de cada persona”. Invoca que el respeto a la libertad de conciencia de los médicos, debe ser un principio profesional incambiable e inviolable.

En conclusión, dejamos este mensaje: Cuando una mujer está embarazada, ella no está esperando un bebé, ella ya tiene uno. Ella no va ser madre, ya lo es. El bebé no está en camino, ya llegó y crece. Cada niño que nace es la esperanza y el valor más representativo de una familia y de la sociedad.