POR JOSE MIGUEL ALZATE

A los caldenses nos duele la Industria Licorera de Caldas. Es la empresa oficial más importante del departamento, la que le genera a la gobernación mayores recursos no solo por el impuesto al consumo, que ronda los cincuenta mil millones de pesos anuales, sino por las transferencias que debe hacerle de sus utilidades al departamento. Por esta razón, es considerada la joya de la corona para la clase política. Los partidos se pelean la gerencia. Los líderes políticos saben que su manejo les produce réditos electorales. Sobre todo porque es una empresa que les permite acomodar a su gente, pagándoles con meterlos en su nómina el trabajo proselitista. Siempre se ha dicho que el grupo que tenga el manejo de la empresa asegura su supervivencia política.

 

Ese manejo político que durante sus 114 años de historia se le ha dado a la Industria Licorera de Caldas fue el que casi la hace inviable financieramente hace siete años. Los grupos políticos que tuvieron su manejo la convirtieron en su fortín electoral. De una empresa que en el año 2008 le dejó al departamento utilidades por 58.974 millones de pesos, cuatro años después estas descendieron a 11.044 millones. Y un año después, en el 2012, el balance arrojó pérdidas por 4.084 millones. Fue por los años en que estuvo al frente de sus destinos el médico Carlos Arturo Fehó, condenado por los delitos de falsedad ideológica en documento público, interés indebido en celebración de contratos y celebración de contratos sin el lleno de requisitos legales.

 

Ahora la empresa emblemática de Caldas, la que ha llenado a Colombia de sabor con su inigualable ron viejo, está en franca recuperación económica. ¿A qué se debe este milagro? Hay que decirlo sin tapujos: a la voluntad de un gobernador sin ataduras clientelistas, que se la jugó para quitarle su manejo a la clase política, blindándola contra la voracidad de los detentadores del poder. Así de sencillo. Guido Echeverri Piedrahíta tuvo la voluntad política para presentar ante la Asamblea de Caldas un proyecto de ordenanza que establecía en la empresa un gobierno corporativo. Aprobada, la ordenanza 839 de diciembre de 2018 le dio al gerente las herramientas para poner en marcha un modelo de gestión pública empresarial que la sacó adelante gracias a una administración técnica, no política.

No era fácil quitarles a los políticos su injerencia en el manejo de la empresa. Antes los cargos directivos se repartían entre los grupos que apoyaban a un gobernador, sin siquiera mirar el perfil del escogido. La ordenanza 839 estableció unos estatutos donde se especifican las calidades de quienes deben ocupar esos cargos. Ya un subgerente no se nombra por recomendación de un jefe político. Debe tener un perfil especial para el cargo, que garantice el cumplimiento de metas; el gerente puede traerlo de la empresa privada. Y los procesos internos fueron apalancados en modelos organizacionales que garanticen la sostenibilidad. Un administrador dinámico, con visión empresarial, que muestra resultados, Luis Roberto Rivas, encontró en el gobernador de Caldas un aliado para sacar la empresa adelante.

¿En qué se percibe la recuperación de la Industria Licorera de Caldas? En sus indicadores económicos. Durante los cuatro años de gerencia de Luis Roberto Rivas estos han mejorado. La empresa ha incrementado sus utilidades año tras año. En su primer año de gestión, estas llegaron a 30.271 millones, contra 2.703 millones del año anterior. Para el segundo año, el 2017, subieron a 40.326 millones. Y para el 2018 llegaron a 50.409 millones. Cifra que será superada en el ejercicio de este año. ¿Qué significa este repunte económico? Mayores transferencias para el departamento, es decir, mayores recursos para la educación y la salud. Con la garantía de que esos dineros se están manejando con transparencia, sin peligro de que se vayan a los bolsillos de los corruptos.

El mercadeo de los productos de la Industria Licorera de Caldas es uno de los factores que han incidido en la recuperación de la empresa. Cuando Luis Roberto Rivas asumió como gerente, los licores de Caldas llegaban apenas a 24 departamentos. Cuatro años después llegan a 31. Las exportaciones se hacían únicamente a cuatro países. Hoy sus productos llegan a catorce naciones. La apertura de nuevos mercados, realizada por expertos, ha logrado que las marcas ILC lleguen a Rusia, y que en Estados Unidos haya ahora dos distribuidores, incrementando las ventas. Para llegar a otros departamentos se hacen investigaciones sobre gustos del consumidor y recordación de marca. La llegada al mercado antioqueño ha sido un éxito. El Ron Viejo de Caldas conquistó a los antioqueños.

Con el nuevo esquema organizacional, el gerente no se sostiene en el cargo por la forma cómo le cumpla a su jefe político. Ahora se sostiene por resultados. La ordenanza que les quitó a los políticos su manejo establece que la auditoría externa debe rendirle cada tres meses a la junta directiva un informe donde diga si la administración cumplió los planes estratégicos. Si el informe es positivo, sigue en el cargo; si no los cumple, la misma junta le pide al gobernador tomar medidas. Inclusive, los miembros de la junta directiva se escogen con criterio técnico, no como pago de favores políticos. Lo mismo sucede con la selección de sus distribuidores. Antes eran escogidos aquellos que tuvieran respaldo de los jefes políticos. Hoy se buscan con criterio empresarial.

Esta recuperación económica que está viviendo la Industria Licorera de Caldas debe mantenerse. ¿Cómo? Sosteniendo el modelo de gestión pública empresarial que estructuraron Guido Echeverri Piedrahíta y Luis Roberto Rivas. Las cosas como se hacen se deshacen. Y este blindaje contra la politiquería puede irse al traste si quien resulte elegido como gobernador en las elecciones del próximo 27 de octubre no se compromete con mantener su gobierno corporativo. Si quien llegue a regir los destinos de Caldas decide cambiar un esquema administrativo donde el departamento ejerce la propiedad dándole autonomía a la empresa, con solo pasar a estudio de la asamblea un proyecto de ordenanza lo hace. Los caldenses debemos elegir un gobernador que defienda lo logrado por la