Por Gonzalo Quiñones V.
Transcurría el 23 de septiembre. Era de noche. Era apacible. Llovía suavemente. En la entrada principal de la casa sede de la Escuela Bíblica Católica ubicados en respetuosa posición un grupo de laicos comprometidos recibían con saludos especiales a una gran cantidad de creyentes, a las orientaciones sobre la Semana Bíblica. El recinto copado hasta las banderas como se dice en la tauromaquia. Entre los antioqueños que verraquera de asistencia. Sorprendente. Esto solo ocurre en Medellín.
Minutos después hace su entrada el presbítero Carlos Yepes. Eximio orador y predicador sagrado. Sin exageración alguna lo identificamos como el antropólogo de la Fe. El humanista de la palabra. Y el realista visionario de la persona humana.
Tras solicitar la presencia del Espíritu Santo, fuente de sabiduría de su adusto recorrido sacerdotal nos dijo: no convives o te casaste con un Ángel. Tanto él como ella están asistidos por cualidades y defectos. Quizá con poder económico, o no. Con alto grado de estudio, en ambos casos, o sencillamente, luchadores de la vida. Lo más representativo es que son hombre y mujer, con sentimientos, gustos, formas distintas de pensar y sentir. Y aún, lo más importante es que son diferentes. Cada uno es especial, único, e irrepetible. Son obra de Dios…
En esta bendita diferencia se deben descubrir el uno y la otra. Debemos sabernos sobrellevar en todo para siempre. Debemos descubrir con claridad que no somos perfectos y esta identidad humana, nos hace realistas. Amar al otro, sin pensar en el dinero, ya que somos una sociedad conyugal, no comercial. No una unión de explotación, o con tendencia a: quién es el que manda aquí. Lo conyugal es una mutualidad sincera. Es entrega y ayuda mutua. Así se rompe el egoísmo. La imposición, el mal carácter, el desafecto y la incomprensión que con seguridad son por lo regular por pequeñeces, cosas baladíes y sin sentido.
A la unión matrimonial la fortalece, la ensancha, la hace sólida y estable, el tiempo o los momentos de calidad que se dediquen. El compartir con calidad sus sentimientos y proyectos. Debe identificarse por el tiempo de calidad, de consciencia, de coparticipación. Debe reflejar complementariedad, nunca competencia o rivalidad. La pareja necesita compartir en pareja, darse tiempo.
Evocando la importancia de la comunicación en pareja, de vía doble, con y para los dos, nunca en una sola dirección, llama la atención sobre la tendencia de la comunicación funcional (celulitis aguda, computadores al por mayor, el wasapp vicioso, el Facebook orbital, las redes sociales). Así las persona se mecanizan, viven distraídas, se rutinizan (la rutina en cada hogar es un cáncer silencioso que mata, toda unión).
Es saludable cambiarla por la COMUNICACIÓN EXISTENCIAL. Es decir, de carne y hueso, de persona a persona, de hombre a mujer y viceversa. La comunicación existencial, humaniza las palabras. Y esas palabras deben ser siempre positivas, afirmativas. Deben estar acompañadas por los detalles; por el contacto físico, por la admiración, el aprecio, el respeto. Es necesario dar paso a la delicadeza conyugal, para dignificar la casa y el hogar. Consagrarse a su pareja, es abnegación y calidad humana.
En cuanto a las desavenencias, los disgustos, hace una exhortación de alto contenido: el fuego no se combate con fuego. Y para paliar, o sea para superar el rencor, la indiferencia; superar las heridas, especialmente morales, es “mejor no recoger las piedras que me tiran. O sea, perdonar”. Perdonar de corazón.
Y con la debida prudencia, por lo delicado del tema sobre la intimidad conyugal, indica que enamorarse es fácil, lo difícil es amar de verdad. Conquistar es fácil, practicar el pudor en la conquista es lo difícil. Debe predominar el respeto ante todo.
En el cierre de su orientación, indicó con énfasis que el amor no se hace en la cama, en ella se celebra el gran amor de la pareja. Todo cuanto comparten y han compartido. Todo cuanto sienten. En la cama se celebra la felicidad y la fidelidad. Se comparten todos los valores humanos. Y se ratifica la necesidad de compartir sus vidas, bajo el enunciado de la dignificación de la pareja. También exalto la labor de la Escuela Bíblica Católica, con sus orientadores Oscar Henao y Luz María Cuartas, pareja de hogar que evangeliza con amor y conocimiento bíblico católico.