POR GONZALO QUIÑONES
Ahora que desde varios espacios de opinión y pensamiento se ha multiplicado la ideología de género, que no es otra cosa que degenerar, distorsionar e ir contra la misma naturaleza humana, por el solo hecho de concebir como un derecho, la selección de si se quiere ser niño o niña; o que es lo mismo lo moral, que lo inmoral, que no es una aberración que va en contra directa de la dignidad humana, la unión de una mujer con otra; o un hombre con otro; o la celebración de orgias múltiples, especialmente, con la actuación de los jóvenes, para deleite individual y la satisfacción de hombres y mujeres de la tercera edad en fincas y moteles distantes, oscuros y ocultos.
Todo bajo el amparo de la figura conceptual del libre desarrollo de la personalidad. Esto es una patente de corso, léase, cohonestación y alcahuetería y permisividad viciosa que degrada a las personas, destruye hogares, y enreda y encausa a los jóvenes hacia los más bajos instintos de comportamiento. ¿Será, acaso, estas torcidas manifestaciones y conducta, los pilares del sonado y desvirtuado enunciado como libre desarrollo de la personalidad?
Hecho este esbozo de corte social, consignamos a continuación la posición de un Juez (así, con mayúsculas) de Estados Unidos quien llevaba un proceso sobre la adopción de un niño, por una pareja, integrada por personas del mismo sexo. Le mereció mucho tiempo de análisis e investigación jurídica. Y llegó por fin la hora de la audiencia, para proclamar su visión, que en términos sencillos, pero contundentes deja ejemplo de probidad y hondura y rectitud profesional, así:
“No existe el derecho de adoptar, existe el derecho a ser adoptado. Todo niño tiene el derecho superior de recuperar lo que ha perdido en lo natural: un padre y una madre”
Más adelante apuntó: El niño no es un producto para satisfacer un anhelo emocional, mucho menos ideológico o político; EL NIÑO, NO IMPORTA SU RAZA, SU ORIGEN, SU COLOR, TIENE QUE SER EL FIN SUPREMO DE LA SOCIEDAD Y DEL ESTADO.
Esta exclamación, se acerca con especial contenido y profundidad a una de las miles perícopas, que encontramos en la Biblia, como mensajes que transforman los predicados amañados de quienes irrumpen con ánimo casi perturbador, en el campo ideológico del género y el empuje hacia el libre desarrollo de la personalidad, que no es más, que un libertinaje sin medida, que pisotea la dignidad humana y descompone a la sociedad toda.